En el Sur de Inglaterra, los imponentes acantilados de caliza blanca de Beachy Head, formados al final del cretácico, parecen ejercer una atracción fatal sobre personas que creen haber llegado al límite del sufrimiento.
Foto por Dick Smith, para Panoramio.
Son poco más de cinco segundos para maravillarse de la vista porque, al final de la caida, de unos 150 metros, siempre les espera un tránsito rápido al más allá y, con un poco de suerte, alivio eterno.
Como esa pareja que, no pudiendo soportar la muerte de su hijo de 5 años, optaron ayer por saltar al vacio con el cuerpo del pequeño en una mochila. De nada sirvieron las patrullas de samaritanos que a diario recorren sus acantilados, interponiéndose entre la desesperación y la muerte con su luz de esperanza.
Pero la lucha continúa. Es la atracción del vacío.