Mostrando entradas con la etiqueta Ayúdate a ti mismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ayúdate a ti mismo. Mostrar todas las entradas

lunes, octubre 14, 2024

El tercero en disputa

No sé si te ha pasado alguna vez. Seguro que sí. Estás hablando con alguien y de repente parece que tu interlocutor sufre un proceso de mitosis espontánea, y añade un tercer miembro a la conversación: ¡Tu Alter Ego! A partir de ese momento, te toca lidiar también con esa imagen que los demás han construido de ti sin tu permiso. Y es una dura batalla.

Muchas veces, nos resulta más cómodo construir una imagen del mundo exterior y elaborar nuestras respuestas sobre esa base, en lugar de estar todo el tiempo recibiendo datos, a veces contradictorios. Tiene muchas ventajas. Reduce el consumo de energía, permite asentar patrones claros y, además, es rápido. La única pega es que a veces el mundo exterior, y las personas que lo habitan, se empeñan en no dejarse modelar. Entonces, podemos optar por modificar o rechazar el modelo, o rechazar la realidad. Esto puede suceder en medio de una conversación. De repente, decidimos que lo que nos dice nuestro interlocutor ─o incluso su silencio─ no merece ser tenido en cuenta, y tiramos de nuestro modelo pre entrenado.

Cuando eso sucede, la otra parte se topa con un dilema: ¿Seguir conversando como si nada y aceptar luchar en desventaja numérica? ¿Rebelarse y atreverse a acusarnos de fabricar una imagen a base de prejuicios? 

Puede incluso que la respuesta de nuestro interlocutor sea la que describo en la cabecera de este artículo: Crear a su vez nuestro propio Alter Ego. Entonces, si ya es difícil establecer puntos de unión entre las posturas de dos personas, ¿qué tal intentarlo con cuatro, de las que la mitad son ficticias?

Todos, en mayor o menor medida, somos propensos a esos rasgos que describe la psiquiatría en sus rangos máximos. Todos somos un poco psicóticos cuando creemos poder establecer con franqueza nuestro punto de vista ante nuestras mascotas. Todos adolecemos de cierto grado de paranoia cuando sospechamos que el universo conspira contra nosotros. Todos damos muestras de esquizofrenia cuando creemos oír la voz del Creador en respuesta a nuestras oraciones. Y es que vivimos en un mundo de ideas. Tantas ideas que muchas terminan por adquirir carta de naturaleza, para convertirse en mobiliario de nuestro cosmos.

Es inevitable. Convertiremos nuestras relaciones en inacabables obras de teatro donde nosotros repartimos los papeles. Serán a veces comedias. O dramas. Obras aburridas o ingeniosas. Pero obras de teatro. 

Seamos conscientes, al menos.


La imagen corresponde a una escultura de Franz Xaver Messerschmidt inspirada en las sesiones de hipnotismo de Franz Anton Mesmer.

martes, febrero 01, 2022

Dime qué temes y te diré cómo pueden controlarte

A ver... Miedo... ¿Que a qué tengo miedo... ? me pregunta un buen amigo. Sin duda, a lo que más temo es al miedo mismo, mi más fiel compañero, como dijo aquel. Porque nada es como es, sino como lo percibes. Gran verdad.



Mi hermano me regaló una preciosa guitarra eléctrica siendo yo un adolescente, y yo la veneraba. Era una de esas en forma de V popularizada por el grupo Kiss, al que de hecho yo detestaba. Era cierto que su forma la hacía imposible de sostener sobre los muslos, así que había que tocarla colgada, y además no tenía amplificador pero sostenerla sobre un escenario me daba un aire de gran modernidad. Aunque no recuerdo bien los detalles, un día pasó algo así: Había dejado la guitarra sobre una cama, dentro de su caja negra y con la tapa alzada para que se pudiera apreciar. Cuando mi madre entró al cuarto, dio un grito. Para mi, aquella caja alargada y forrada de terciopelo rojo no podía ser otra cosa que una funda de guitarra de buena calidad. Luego, comprendí que, para la mayoría de las personas, aquello era un ataúd. Y yo, que dormía tan orgulloso al lado de aquella ominosa forma... De cualquier manera, como nunca había visto un ataúd, seguí pensando así muchos más años. Eso sí, dejé de mostrar la caja abierta sobre una cama.

Y aún muchos años más tarde, le presentaba a mi hija un documental sobre arqueología. En el vídeo, unos valientes señores con luces en el casco se apiñaban en una claustrofóbica cavidad, excavando el barro con diminutas herramientas. De repente, prorrumpieron en gritos de alegría. Uno de ellos había desenterrado un cráneo humano. Gran hallazgo. Es un gran descubrimiento, la recompensa a una ardua labor. El vídeo continuó normalmente, pero desde aquel día, y espero que por mucho tiempo, para ella una calavera en el barro ya no será la evidencia aterradora de un siniestro suceso, sino la culminación de una investigación científica, que arrojará luz sobre nuestro pasado. Desde aquel día, ella siente que si uno encuentra una calavera, sospechará
si no debería también estallar en alegría. La asociación está hecha. 

De la misma forma que los aficionados al surf se relamen ante la idea de un gran tsunami que les permita probar su ultima tabla sin salir de casa, creo que podemos ir reasignando nuestras emociones de la misma forma para muchas de las cosas que nos causan miedo o angustia. Por ejemplo, yo no temo entrar en la negrura de un bosque en plena noche, pero me da terror la bata blanca de un médico.

Cuestión de asociación.

sábado, noviembre 17, 2018

Las palabras fueron creadas para ocultar nuestros sentimientos

Para un orador experto, nada hay más fácil que construir con palabras una mentira tan gigantesca que por su propia enormidad no pueda ser puesta al descubierto.

Cuando Dios creó los cielos y la tierra, se quedó bastante decepcionado porque no tenían forma ni luz. Así que empezó a nombrar cosas. Y fue suficiente con que lo hiciera para que la oscuridad y el caos dieran paso a la luz y el orden. Entonces, siguió otorgando nombres a casa cosa, y ya ni él ni sus hijos se detuvieron hasta nuestros días.


Así es como las personas llegaron a confundir los nombres con las cosas, por más que algunos, como Magritee en su Ceci n'est pas une pipe, tratasen de llamar la atención sobre las diferencias. Es que la mente parece funcionar así, recopilando sonidos, imágenes y percepciones y convirtiéndolos en conceptos, y haciéndolo con tal eficacia que uno se pregunta para qué el exterior, si todo lo hemos volcado ya en nuestro interior.

Pero en el interior las reglas que gobiernan nuestra representación son totalmente diferentes a las que operan en el exterior. En este nuevo universo muchas cosas son posibles mientras que no lo son en el otro, en el viejo. Son posibles, por ejemplo, las contradicciones. Aquello que es cierto y también su contrario. Con tantas posibilidades, no es de extrañar que para muchos, dominar el arte de las representaciones, dominar por ejemplo la palabra, sea más importante aún que dominar un universo por otro lado indiferente e inabarcable. Ya lo dejó escrito Schopenhauer en su inacabada Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas, una curiosidad de la que muchos maestros de la retórica han hecho libro de cabecera.

Y así es como para los ciudadanos el conciudadano más odiado sea precisamente aquel cuyo nombre a más calles otorga: el político. Porque, aunque el ciudadano sabe que miente una y otra vez, no puede dejar de creerle. Tal es su dominio sobre la palabra, y por ende, sobre la psique y el subconsciente del pueblo. Ah, la palabra, qué gran efecto balsámico. Eso lo sabe hasta Freud. Pero no es una medicina. Es un placebo. Y a veces, un veneno. Los anuncios mienten, eso también lo sabe todo el mundo. Lo que no saben es que virtualmente todas las palabras lo hacen, cada una a su escala.

No podía ser de otra forma. Si fuéramos infinitamente sinceros, si pudiéramos expresar todo aquello que anhelamos y que tememos, ¿con qué nos defenderíamos de quienes pretendieran utilizarnos en su provecho?

Como la información es poder, debemos ganar tanta como podamos y ceder tan poca como nos sea posible. Así que aprendemos a hablar sin decir nada, y a tratar de leer entre líneas. Aprendemos, en suma, a sortear las numerosas trampas en busca de pistas ocultas, de pequeños rastros que no hayan podido ser borrados del manuscrito. Para un orador experto, sin embargo, nada hay más fácil que construir con palabras una mentira tan gigantesca que por su propia enormidad no pueda ser puesta al descubierto. Se construyen así imperios y repúblicas donde reinan la justicia y el progreso, y también amores eternos cuyo fuego jamás se extinguirá, y todo se construye solo con palabras. Aunque sean muchas.

Ah, la palabra. Qué gran poder. Mienten, sí, pero no las subestimes.


domingo, octubre 23, 2016

Confío en ti

Los aneagramas dicen ser capaces de clasificar a las personas en grupos según sean antipáticos, apáticos o empáticos con los demás, y según pretendan dejarse guiar por la razón, las emociones o los impulsos de su fuero interno. Todas las combinaciones son posibles, así que tenemos nueve tipos básicos de actitudes ante la vida. Pero las actitudes son sólo la punta del iceberg por lo que corresponde a la personalidad.


Aunque todos aspiramos a la realización personal, lo que esto representa y lo qué estamos dispuestos a dar para obtenerla es algo mucho más oculto. Oculto quizá por ser conscientes de lo estratégico que resultaría su conocimiento para los demás y por el potencial manipulador que les otorgaría, no importa lo puros e inocentes que tanto nuestros valores como los demás nos puedan parecer.
El arte de la guerra es el arte del engaño, pero en toda guerra lo primero que hay que hacer es averiguar quién es el enemigo.

Sabemos que al fondo de todo están los valores, aquellas ideas tan básicas que parecen haber nacido con nosotros, y que de hecho se forjaron durante la etapa temprana de nuestra vida. A veces, los enmascaramos y entremezclamos con ideas religiosas, y con frecuencia los disimulamos o retorcemos para alcanzar una actitud compatible con la que esperan de nosotros. Aprendemos tan bien a ocultar quiénes somos en realidad que con frecuencia llegamos a olvidarlo completamente. Entonces, no es de extrañar que eso de mentir, eso de ocultar lo que pensamos o lo que sabemos se convierta en herramienta de uso diario en nuestro trabajo y en nuestra vida social o familiar. Y es así como escogemos con cada vez mayor frecuencia hablar sin comunicar o escribir sin informar. Y sabiendo que los demás hacen lo mismo acabamos también oyendo sin escuchar, y leyendo sin otorgar el menor crédito a lo que nos dicen.

Decía Sun Tzu que el arte de la guerra es el arte del engaño, pero en toda guerra lo primero que hay que hacer es averiguar quién es el enemigo. Ocultarle cosas a los que nos rodean nos da una ventaja transitoria, nos ahorra explicaciones, y puede que también pasar por algunos malos tragos, pero crea desafección, desconfianza, suspicacias y equívocos, y termina por arruinar el sentimiento de pertenencia.

La transparencia no es una característica más de una organización: Es la característica que la define, y no hay campaña publicitaria o curso de coaching que funcione sin dar ejemplo desde arriba en el árbol jerárquico, sin dar y recibir transparencia. Porque la transparencia es sólo el primer paso hacia la confianza, pero un paso muy importante.

Así que no me importa si eres pretencioso, aprovechado, independiente, sumiso, exigente, despreocupado, delator, depresivo, trepa o tirano. Lo que quiero es que confíes en mí, y lo quiero tanto como poder confiar en ti.


miércoles, mayo 29, 2013

Todo el mundo ama el sol



¿En qué puedo ayudarte hoy?

Supongo que te gustaría que te ayudara a ser feliz pero sin juzgarte. Después de todo, buscar la felicidad es un derecho fundamental de todos los seres humanos. Pero, ¡eh! No tienes por qué insistir: ¡Estoy dispuesto!


Estoy dispuesto a escucharte atentamente; a aprender todo lo que pueda sobre ti; a ser completamente sincero sobre tus posibilidades y sobre tus objetivos; a serte leal, respetarte, no abandonarte nunca; a asumir tus limitaciones y también las mías; a luchar a tu lado por superarlas compartiendo tus objetivos.

Pero recuerda por favor que no soy un terapeuta al que acudes para que te recete algo contra el dolor. Tampoco me podrás contratar como asesor para que te explique cómo funciona esto o aquello. Ni tan siquiera mi experiencia servirá para inspirarte como mentor. Y desde luego, no seré tu profesor dispuesto a soltarte un rollo y luego ponerte un examen. No, nada de eso. Sólo trataré de ayudarte a encontrar tu camino, tu propio camino. Tengo la ventaja de tener un mejor blindaje emocional y veo las cosas desde otra perspectiva. Pero créeme: todo esto lo pongo al servicio de tu causa.

Vamos a caminar juntos aunque a veces no nos veamos. Vamos a compartir sentimientos aunque a veces no nos hablemos, pero cuando lo hagamos me temo que te voy a preguntar cantidad de cosas. Quiero hacerte las preguntas que tú no te atreves a hacerte. Quiero saber cuáles son tus sueños, quiero saber cómo has llegado donde estas; qué fue mal y dónde brillaste.

Vamos a caminar juntos aunque a veces no nos veamos. Vamos a compartir sentimientos aunque a veces no nos hablemos [...]

Si tú quieres, me contarás cuáles son tus planes. Quiero saber cómo te sentirás cuando hayas llegado por fin allí donde sueñas —y algún tiempo después de haberlo logrado. También escucharé atentamente tu silencio y dejaré hablar tu mirada porque necesito asegurarme de que todo esto que hacemos te hará verdaderamente feliz. Pero no quiero para ti una felicidad pasajera y superficial, sino profunda y duradera, lejos de sentimientos destructivos como la venganza, la codicia, los celos o la envidia —sería un precio demasiado alto.

Oh, por supuesto, no te analizaré; tampoco te juzgaré. En cierta forma, no eres tú el objeto de mi empresa: sólo me interesa tu felicidad.

Si hago las preguntas correctas —si te inspiro confianza—, te ayudo a conocerte mejor. Entonces, recuperarás tu propia estima y sabrás más de ti; muchos de tus miedos simplemente se desvanecerán, y las personas que te rodean verán al fin tus verdaderos colores. Te aceptarás y aceptarás a los demás. Emergerás de tu ignorancia hacia un nuevo estado de conocimiento que ya no precisará siquiera que seas consciente.

Entonces, yo también aprenderé a conocerte mejor. Y necesito hacerlo porque debo anticiparme a ciertos obstáculos que nos esperan ahí delante, ocultos en el camino. Sé que pocos consejos seguirás sin oponer resistencia, y menos aun serán los que después de un tiempo conserves sin algo de insistencia. Pero no me preocupa. No te gustan los cambios porque eres un ser humano y necesitas algo de estabilidad para prosperar. Eso no me irrita ni me decepciona. Es tu condición humana lo que te hace tan grande.

Sé que lo has intentado antes, que no todo ha ido como esperabas, pero ahora es diferente. No has venido a mí buscando sólo un hombro en el que llorar; no esperas desahogarte ni inspirar pena. Quieres cambiar y ser feliz, pero yo no quiero prometerte la felicidad. La felicidad no es un destino. La felicidad es una forma de viajar, y el viaje empieza aquí y ahora.

Aprenderemos a soportar aquello que no podemos cambiar y a tener el coraje para cambiar el resto. No te dejaré caer en el sopor de los paraísos artificiales, ni permitiré que fantasees para luego hundirte en la frustración. Vivirás en la realidad, pero será una realidad que construirás día a día con tus propias manos.

Por supuesto, no siempre estaremos de acuerdo. Es nuestro privilegio no pensar lo mismo. A veces, nos tendremos que enfrentar a enemigos inesperados. A nuestros propios miedos, a nuestras fobias. Y acabarás por dudar de muchas cosas. Incluso de mí.

Sinceramente, espero que lo hagas, porque yo también soy humano.

Pero si decides dejarme seguir a tu lado, te ayudaré a tomar decisiones y, más tarde, a llevarlas a la práctica. Analizaremos los riesgos y las oportunidades; tus debilidades y tus puntos fuertes; evaluaremos cada alternativa y trazaremos un plan como haría un estratega al mando de un imponente ejército —aunque sólo sea un ejército de dos; seguiremos cada punto y rectificaremos lo que haya que rectificar; no bajaremos nunca la guardia; no nos desanimaremos ni nos rendiremos; tendremos siempre presente que no hay que subir sino avanzar.

Sin embargo, al avanzar, elevarás tu conciencia, te harás responsable de tu propia vida y disfrutarás de ella hasta un punto en el que un buen día le escribirás a un desconocido:

«¿En qué puedo ayudarte hoy?»

Y el círculo se habrá cerrado.



Para saber más:
@Javier_Salvat colabora con la Cruz Roja en Sabadell. Su curso sobre Coaching contiene los conceptos que inspiraron este artículo. Acaso el más importante es que sólo podemos ser felices de verdad en la medida en que podamos hacer felices a los que nos rodean así como a aquellos que nos hayan de suceder. 


Foto, una pareja de surfistas de remo navegan frente a Montgat, Barcelona, una apacible tarde de primavera, por Diego Rodríguez

sábado, mayo 26, 2012

Últimas lágrimas

A veces, nuestras emociones nos impiden alcanzar aquello que más deseamos. Obran como una especie de barrera invisible entre nuestros sueños y nuestra realidad. Y es doloroso reconocer que nadie es más culpable que nosotros por no haber aprendido a controlar nuestras emociones, por dar rienda suelta a nuestra ansiedad, a nuestro nerviosismo y al miedo a nosotros mismos.

Si deseas algo o amas a alguien, prepárate antes. Has oido hablar de que enamorarnos nos hace vulnerables, nos pone a merced del objeto de nuestros sentimientos, pero eso no es cierto. Lo que nos hace vulnerables es dejarnos controlar por nuestros sentimientos. No sólo nos hace sentir mal, también le hace sentirse mal a nuestra pareja.

Controlar nuestros sentimientos no es anularlos o desecharlos. No es renunciar a aquello que amamos. No es fingir o pretender no sentir aquello que sentimos. Controlar nuestros sentimientos es aprovechar la tremenda energía de nuestra ilusión para crecer como personas, para preparar el camino a la victoria, para liberarnos de nuestros miedos y nuestras fobias.
 
Si quieres ganar, por favor, cree en ti mismo, usa la cabeza, ten paciencia, no te rindas, no cedas al pánico. Controla tus emociones, úsalas a tu favor. Jamás en contra. No cedas a los celos, a la rabia, a ningún bajo instinto. No te obsesiones o perderás aquello que amas.

Justo como un jugador de tenis en la última bola del último juego del último set:  trabaja para ganar y no pienses en la victoria futura si no quieres que se te escape entre los dedos. Ya habrá tiempo de disfrutarla cuando por fin sea nuestra.

Que sean estas tus últimas lágrimas. Levántate, sacúdete el polvo y ponte en camino.

El mundo es tuyo. Te espera aquello que deseas.

domingo, abril 15, 2012

El poder de la voluntad

Con terca determinación, algunas personas luchan por aquello que quieren, y en su infinita ignorancia de los límites de lo posible, lo consiguen.

Quico Tur es un chaval de Barcelona que se gana la vida jugando al tenis. Y es muy bueno jugando al tenis.

Dicen que es el mejor español de todos los tiempos.

Quico es tan bueno que, en todo el mundo, hay apenas un puñado de chavales capaces de ganarle alguna vez. A fecha de hoy, acumula un palmarés de cinco campeonatos de España, diez titulos internacionales y dos participaciones olímpicas. Y aún se esperan muchas más cosas de él. Imagínate.

El motivo de sus éxitos como jugador son sus muchas virtudes. Por ejemplo, su derecha cruzada. Y deberías verlo cómo corre y gira por el campo, cómo tensa el brazo de tal forma que todas y cada una de sus venas son visibles, cómo sirve y cómo sube a la red.

Pero Quico es realmente bueno jugando al tenis porque ama al tenis. Quiero decir que le dedica tiempo y ganas. Y no sólo le ha servido para ganarse la vida. Le ha servido también para conocer el mundo, y a las personas que en él habitan.

No siempre fue así, sin embargo. Hubo un tiempo en que Quico se consideraba más un futbolero. Incluso formaba parte de un equipo de aficionados.Y soñaba, como no, con llegar a jugar algún día en el Barça. El tenis era, para él,un deporte aburrido, de esos que sólo se soportan un rato por televisión.

Todo empezó cuando Quico pensó que todo había acabado.

En 1998, Francesc Tur Blanch tuvo un accidente de coche. Tenía veinte años. Quedó parapléjico. Pero descubrió el tenis en silla de ruedas. Primero un poco, apenas un par de horas a la semana. Luego más. Y más. Y vinieros los torneos nacionales, y los internacionales, y las olimpiadas. Y los patrocinadores, claro. Y Quico se convirtió en todo un profesional.

Pero nunca renunció a sus sueños.

¿Vas tú a renunciar a los tuyos?


Foto Diego Rodríguez, partido de exhibición con el jugador de tenis en silla de ruedas José Luis Montoya y las jugadoras Leticia Costas-Moreira y Garbiñe Muguruza durante el Barcelona Ladies Open 2012.

viernes, enero 20, 2012

Cuando el acosador es ella

Foto Diego Rodríguez

Muchos hombres no reconocen encontrarse en una relación abusiva. Se refieren a sus parejas con términos tales como 'mandona', 'dominante' o el más sofitiscado de 'manipuladora'. Pero puede que haya más que eso.


Te he resumido un artículo de la doctora Tara J. Palmatier que puede que te resulte revelador. Puedes leer más en Shrink4men.

Veamos, ¿reconoces alguna de las siguientes conductas en tu mujer?

1) El acoso. Si las cosas no se hacen a su manera, te vas a enterar. Ella quiere el control y recurre a la intimidación emocional para hacerlo. Utiliza ataques verbales y amenazas con el fin de conseguir que hagas lo que quiere. Así ella se siente poderosa y tú te sientes mal. Recuerda que los agresores suelen ser tener una personalidad narcisista.

Resultado: Pierdes tu autoestima y te sientes superado en número, triste y solo. Podrías incluso desarrollar un síndrome de Estocolmo, en el que te identificas con el agresor y defiendes su comportamiento ante los demás.

2) Expectativas no razonables. No importa cuánto te esfuerces y lo mucho que das, nunca es suficiente. Se espera que dejes lo que estás haciendo y atiendas a sus necesidades. No importa la incomodidad, ella es lo primero, y tiene una lista interminable de demandas que ningún mero mortal podría nunca cumplir.

Las quejas más comunes incluyen: "No eres suficientemente romántico", "no pasas suficiente tiempo conmigo", "no eres suficientemente sensible", "no eres suficientemente inteligente para entender mis necesidades", "no ganas suficiente dinero", "tú no eres suficientemente..." PON AQUÍ LO QUE QUIERAS. Básicamente, no eres suficiente, porque nada agrada esta mujer. Nadie va a ser suficiente para ella, así que no te lo tomes a pecho.

Resultado: Eres constantemente criticado porque no eres capaz de satisfacer sus necesidades y acabas experimentando una sensación de indefensión aprendida. Te sientes impotente y derrotado, porque te pone en situaciones sin salida.

3) Ataques verbales. No requiere mucha explicación. Emplea insultos de patio de colegio, patologizando (por ejemplo, armada con un conocimiento superficial de psicología utiliza términos de diagnóstico como lábil, paranoide, narcisista, etc. como una versión un poco más sofisticada de insulto), criticando, amenazando, gritando, jurando, utilizando el sarcasmo, la humillación, exagerando tus defectos, y burlándose de ti delante de los demás, incluyendo a tus hijos y otras personas que no la intimiden. El asalto verbal es otra forma de intimidación, y los matones sólo actúan así ante aquellos a quienes no temen, o con gente que deja que se salgan con la suya.

Resultado: Tu confianza en tí mismo y tu amor propio desaparecen. Puedes llegar a creerte las cosas horribles que te dice.

4) Sembrar la duda (Gaslighting). "Yo no hice eso. Yo no he dicho eso. No sé de lo que estás hablando. No fue tan malo. Te lo estás imaginando. Deja de hacer eso. " Si tu pareja es propensa a episodios de rabia narcisista o trastorno de personalidad, puede que no recuerde muy bien las cosas que ha dicho y hecho. Sin embargo, no duda de su percepción y la memoria de los acontecimientos: Se produjeron y fueron muy malos.

Resultado: Su comportamiento puede hacer que tengas duda de tu propia cordura. Es un comportamiento que te deja confundido, desconcertado e indefenso.

5) Respuestas impredecibles. Reacciona de manera diferente en días diferentes o en diferentes momentos. Por ejemplo, el lunes está bien que envíes un correo electrónico de trabajo con tu Blackberry delante de ella. El miércoles, el mismo comportamiento es "irrespetuoso, insensible que no me ama, eres un idiota engreído, un adicto." Pero el viernes podría volver a ser aceptable.

Que un dia te diga que algo está bien, y al siguiente no, es un comportamiento emocionalmente abusivo. Es como caminar a través de un campo de minas en el que las minas cambian de ubicación.

Resultado: Estamos constantemente en el borde, caminando sobre cáscaras de huevo. Su comportamiento acaba traumatizándote porque no puedes predecir sus respuestas. Te conviertes en hipervigilante a cualquier cambio en su estado de ánimo o potencial explosión, y eso te deja en un estado perpetuo de ansiedad y miedo, posiblemente. Es buena señal que temas este comportamiento. Da miedo. No te avergüence admitirlo.

6) El caos constante. Ella es adicta al conflicto. Le encantan la adrenalina y el drama. Deliberadamente, puede comenzar discusiones y conflictos como una forma de evitar intimidad o ser puesta en evidencia, para no sentirse inferior, para desconcertarte, o para evitar que la abandones. También puede buscar pelea para mantenerte comprometido o incluso como una forma de provocar una reacción hostil por la que ella pueda acusarte luego de ser abusivo y le permita jugar el papel de víctima. Esta maniobra es un mecanismo de defensa llamado Identificación proyectiva.

Resultado: Te deja emocionalmente KO. Tienes sensación de estar aturdido y confundido, sin saber qué cosa es qué. Esto es muy estresante porque requiere que estés alerta y en un estado constante de defensa.

7) El chantaje emocional. Amenaza con abandonar, con terminar la relación o hacerte el vacío si no cumples sus reglas. Juega con tus temores, vulnerabilidades, debilidades, con tu vergüenza, con tus valores, con la simpatía, la compasión, y otros "botones" para controlar y conseguir lo que quiere.

Resultado: Te sientes manipulado, utilizado y controlado.

8) Rechazo. Te ignora, no te mira incluso cuando estás en la misma habitación, se muestra fría, retiene el afecto, el sexo, descarta o desprecia tus ideas, invitaciones, sugerencias, y te empuja lejos cuando quieres estar cerca, para luego tratar de ser afectuosa cuando todavía te estás reponiendo del rechazo previo. Entonces, si no respondes, te acusa de ser frío y ser tú el que la rechaza, cosa que utilizará en el futuro como excusa para volver a alejarte.

Resultado: Te sientes indeseable, no deseado ni amado. Crees que nadie más te quiere y te aferras a esta mujer abusiva, y agradecido por las migajas de afecto que te muestra de vez en cuando.

9) Retención de afecto y sexo. Esta es otra forma de rechazo y chantaje emocional. No se trata sólo de sexo, se trata de fomentar la retención física, psicológica y emocional. Por ejemplo, falta de interés en lo que es importante para tí, tu trabajo, familia, amigos, aficiones, actividades. Despreocuparse o cortar las conversaciones.

Resultado: Tienes una relación transaccional en la que tienes que realizar tareas, comprar cosas, "ser amable con ella", o ceder a sus demandas con el fin de recibir amor y afecto. No te sientes amado y apreciado por lo que eres, sino por lo que haces por ella o le compras.

10) Aislamiento. Ella exige, o actúa de forma que te distancies de tu familia, amigos o cualquier persona que se preocupe por tu bienestar o sea una fuente de apoyo. Normalmente, esto implica destrozar verbalmente a tus amigos y familiares, ser abiertamente hostil con tu familia y amigos, o buscar confrontacion contigo ante ellos para que les sea tan desagradable como sea posible estar cerca de vosotros dos.

Resultado: Te haces completamente dependiente de ella. Te quita tus fuentes externas de apoyo y/o controla la cantidad de interacción que tengas con ellos. Te queda la sensación de estar atrapado y solo, con miedo de decirle a nadie lo que realmente ocurre en tu relación, porque sospechas que nadie te creerá.

No tienes por qué aceptar el abuso emocional en tu relación. Pide ayuda o termina con esa relación. La mayoría de las mujeres emocionalmente abusivas no quieren ayuda. No creen que la necesiten. Son víctimas profesionales, matonas, narcisistas con trastornos de personalidad. Una personalidad abusiva. No conocen otra forma de actuar en sus relaciones.

Hasta aquí el artículo original, que se centraba en el acoso femenino, quizá por menos conocido. Pero muchos hombres usan también este tipo de armas para mantener cautivas emocionalmente a sus mujeres, que en este caso siquiera pueden, a menudo, defenderse de las agresiones físicas.

En un caso u otro, recuerda que la vida es demasiado corta para pasar un segundo más en este tipo de relaciones. Si tu pareja no quiere admitir que tiene un problema y está de acuerdo en pedir ayuda, ayuda real, entonces lo mejor para tí es obtener apoyo, salir de esa relación y quedarte fuera. Quizá haya alguien ahí esperando a darte amor de verdad, sin pedir nada a cambio.

Es sólo un consejo.

miércoles, noviembre 16, 2011

No encajas

A los jóvenes les suele angustiar oír esta frase cuando se refiere a ellos y dicha por sus compañeros de clase, por sus jefes, o por cualquiera. Porque, a pesar de su aspecto rebelde, los jóvenes necesitan sentirse parte de algo. Necesitan sentirse seguros y necesitan simplificar su vida.

Formar parte de un grupo proporciona seguridad y pautas por las que regirse. Calma la angustia existencial que sufren los jóvenes atenazados por un montón de decisiones pendientes de tomar, todas ellas de largo alcance. Escoger una profesión o unos estudios, escoger pareja, una forma de vida, todo depende de 'encajar' en el grupo correcto. 'No encajar' quiere decir que uno no alcanza los mínimos exigidos. Eso, dicho a un joven inseguro e impresionable, suele rebajar su autoestima y, por tanto, nuevamente su capacidad para ser aceptado por el grupo.

Los adultos, por su parte, asumen el 'no encajas' de forma diferente, porque ya saben diferenciar el valor de las palabras según en qué boca se pongan. Tienen ya una idea más formada de su propia valía, y se pueden permitir mirar al grupo desde su propia atalaya. La atalaya de la experiencia. Pero a fin de cuentas, tampoco es plato de gusto.

También a los adultos les gusta tener éxito en su relación social, y se sienten desorientados cuando no consiguen integrarse bien en el grupo. Además, el grupo suele ser la empresa, y el líder de opinión suele ser, claro está, el jefe. En este contexto, el 'no encajar' suele ser garantía de ostracismo profesional porque nadie se molesta en averiguar qué clase de persona eres y cómo se puede sacar lo mejor de ti cuando tú no eres exactamente lo que ellos esperan.

Para ascender en este entorno, para triunfar, es clave desarrollar una capa del grosor y extensión que sean necesarios, con el objetivo de conseguir 'encajar' por la vía de aparecer ante los ojos del jefe exactamente como el colaborador modelo que él sueña. Moderadamente adulador, o no tan moderadamente. Cumplidor hasta el punto de jamás exponerlo al ridículo por tu culpa. Carente de ambición, muy cómodo en tu papel de ejecutor de sus designios. Incluso eficiente. Pero recuerda que esa persona que, por fin, encaja... ya no eres tú.

Vale, tú sigues, tú estás, pero debajo de esa capa que has desarrollado para sobrevivir, para hacerte digno de pertenecer al grupo.

No obstante, no te dejes vencer. El grupo es algo volátil y virtual, como el equilibrio de poder. Si puedes evitar renunciar a ti mismo para poder triunfar, hazlo. Pero si no puedes, no desfallezcas. Resiste.

Casi todos los jefes son, a su vez, personas que luchan por encajar en el mundo de sus superiores, así que un jefe debería reconocerse a sí mismo en la angustia de sus propios colaboradores luchando por 'encajar', excepto en el caso de que haya interiorizado su papel de tal forma que haya olvidado por completo la persona independiente que una vez fue.

En todo caso, tanto si eres joven como si no lo eres, si te crees incomprendido, victima de una injusticia, si dudas de llegar a tener alguna vez éxito, recuerda:

Quien resiste, gana.