Corría el año 1990, y yo estaba en el paro, recorriendo La Rambla de las Flores por enésima vex, repartiendo curriculums a lo largo de las agencias de selección que solían poblar el centro de la ciudad. Estaba cansado y muy deprimido.
Pero algo ví que me levantó el ánimo.
Expuesta en el lateral de uno de esos quioscos atiborrados de artículos se exponía una revista de informática de colorida portada anunciando las nuevas mejoras introducidas en Windows. Por tonto que parezca, eso me provoco sentir un destello de esperanza. Las cosas podían mejorar. De hecho, Microsoft se había empeñado hasta ese momento en dar mucho más de lo que sus usuarios esperaban.
Luego la vida, y Windows también, me enseñaron que no siempre todo va a mejor, por más cuidado que se ponga en ello. A Windows 3.11, le siguieron Windows 95, 98, NT, Me, 2000, XP y, finalmente, Vista. Pero siempre por detrás de las expectativas.
Y ahora, Windows 7. Windows 7 ha llegado de forma inesperada, en un tiempo record, pero ampliamente difundido. Me ha costado encontrar la motivación para instalarlo, pero una vez que lo he hecho, me ha dado la sensación de encontrarme con un viejo amigo al que ya creía perdido para siempre. Partiendo de la versión 7600 RTM, ampliamente difundida por la red, la instalación del sistema es un proceso simple de menos de media hora. Las actualizaciones acumuladas pueden ampliar notablemente el plazo final, pero es un proceso que normalmente no presenta problemas.
Compartiendo el mismo corazón que Vista, Windows 7 es, sin embargo, una vuelta a los origenes en el espíritu original de Microsoft, allá por los años 80 del siglo pasado: dar más de lo que se espera.
Y así es como Windows 7 se nos presenta como un sistema ligero, estable y lógico, con algunos tics de versiones anteriores pero, esencialmente, un sistema diseñado para que las cosas funcionen, y no para dar contento a los abogados de este o aquel imperio mediático en su obsesión por controlar los derechos de sus contenidos. Un sistema válido para netbooks o sistemas multinúcleo de 32 o 64 bits, Macs incluidos.
Por eso, me he deshecho de todas las versiones anteriores de Windows que conservaba por precaución, y he retenido únicamente el disco de Windows 7, que contiene todas las versiones, y yo diría que casi todo el saber que este gigante de la informática llamado Microsoft haya podido acumular, por sí mismo o comprándolo a otros, desde su fundación.