lunes, febrero 17, 2025

Sin referentes

Asistí el otro día a una charla de promoción de la niña en la ciencia. Fue un poco vergonzoso por la escasa asistencia, compuesta esencialmente por gente mayor sin infancia a su cargo. Pero la charla en sí estuvo bien. La ponente tenía gran capacidad para transmitir información de forma más o menos indolora, y mostraba gran entusiasmo. Pero el mensaje central de la charla era cómo animar, cómo motivar a las niñas a ser científicas. No influencers, no mujeres-objeto. Científicas, investigadoras. Carne de libro de historia. Y el truco esencial era ofrecer a la niña un referente cercano. Sí, porque el mundo no ofrece hoy referentes lejanos.


Imagina que tienes un niño al que debes convencer de las bondades de ser bueno, respetar las leyes y ayudar desinteresadamente al prójimo. Lo más normal es que el niño, si se ha fijado ya en alguien, sea en algún deportista o youtuber. En alguien sin mucha profundidad moral. No es que sean personas inmorales o amorales. Es que, para su profesión, la moral no tiene mucha aplicación. Es decir, son como una calle sin salida. Recae entonces sobre los padres encarnar ese rol. Serán los padres quienes tendrán que demostrar a sus hijos mediante el ejemplo personal que ser bueno y seguir los evangelios es rentable para ganar la vida eterna. Y que, incluso en el caso de no serlo, sigue siendo necesario, siquiera sea sólo para honrar la memoria de tus ancestros; para ganar paz de espíritu.

Pero es que ya no se trata de que los padres no encuentren referentes. Es que los hay, y muy relevantes, ¡pero negativos! 

La política y los negocios se encargan de demostrarnos diariamente que no importa cuántos crímenes cometas, porque tu honorabilidad sólo depende de tu fuerza. Por ejemplo, estos días vemos como representantes de una oligarquía asesina se reúnen en casa de otra, convocados por un delincuente convicto, para intimidar y coaccionar a un país pobre para que acepte ser agredido y expoliado. Y todo ello mientras nuestros representantes democráticamente elegidos corretean de un lado para otro intentando demostrar unidad.

Sería divertido si no fuera porque hablamos de millones de vidas destrozadas por la codicia de una élite que hipnotiza a sus ciudadanos con una retórica cargada de mentiras. Sería divertido si no fuera porque nuestros hijos lo ven. Buscan patrones para triunfar, para ser aclamados por la multitud. Y lo que encuentran son personajes vociferantes, arrogantes, que se burlan de las leyes o las dictan a su antojo. Personajes que todo lo fían al poder del dinero. Como ignorando que hasta el más poderoso puede sucumbir a la más vulgar de las afecciones humanas. 

No, no es tiempo de decirles a nuestros hijos que la justicia siempre gana. No es así. No al menos en la época que nos ha tocado vivir.

Es mejor quizá decirles que, por el momento, no hay referentes.