viernes, diciembre 02, 2022

Todos somos frágiles

Hace muchos años, siendo yo aún adolescente, un hombre al que conocía trató de consolarme por la grave enfermedad que padecía un pequeño perro que habíamos adoptado. No sirvieron de nada sus palabras. Cuando el animal murió, fuimos a enterrarlo mi hermano y yo cerca de un área deportiva por considerar que allí estaría cerca de la animación y la vida. Era de noche y llovía a cántaros. Pero mis lágrimas parecían mucho más copiosas que cualquier lluvia.

"Tenéis que estar preparados. Es una vida muy frágil", nos había dicho unos días antes mirando aquel cachorrito dar vueltas y más vueltas obsesivamente sobre sí mismo. Algunos años después, también la vida de este hombre demostró ser muy frágil. Desde entonces, he constatado muchas otras veces lo frágiles que son las vidas de todas nuestras mascotas. Y las de nuestros padres. Y nuestras vidas. Y todas las vidas. Hoy siento de nuevo ese pesar en mi pecho.

Lo siento porque hay algo especial en la inocencia con la que un perro posa sus ojos en ti. Cuando llevas de visita un perro a la tumba de otro, es muy probable que despache el asunto con una meadita para marcar el lugar que intuye especial para ti. También admites que, quizá tras un sentido luto, tu perro devoraría tu cadáver si no tuviera otra, o haría cualquier otra animalada propia de un animal, claro. Y aun así, ves reflejados en sus ojos esa inocencia que te desarma, que te devuelve a ese estado esencial en el que solo eres emociones, en el que la razón ya no cuenta nada. Ni siquiera la fe. Solo las emociones. 

Esa es nuestra mayor fragilidad. A veces incluso envidio esos seres de quienes se dice que carecen de empatía. ¿Quién podría ser más feliz que aquel incapaz de sufrir por los demás? Por un simple perro, por ejemplo. 

¿Quién podría ser más feliz que aquel capaz de olvidar?

Pero en unos minutos recibiré una llamada telefónica y se abrirá de nuevo el vértigo del dolor y no sabré qué hacer.


PD. Resultó un tumor benigno. Contador a cero. Es cuestión de disfrutar del presente.