jueves, septiembre 22, 2022

Los malos del mundo. Hoy: Putin

Cada generación tiene sus malos. Cuesta trabajo comprender por qué alguien querría encarnar ese personaje si no fuera por el carácter que imprime y la fama que conlleva. Hoy, el malo indiscutible, otrora muy popular en occidente como ayudante de mártires que deseaban ir al cielo, no es otro que Vladímir Vladímirovich Putin. ¡Y es un malo de superproducción!


Bajo y achaparrado, de rasgos asiáticos que poco pegan con la esbeltez eslava de la nación que dice proteger, cabeza y ojos pequeños y hundidos que intenta clavar sin éxito en su interlocutor, Putin ha estado tan ocupado intentando crear una identidad rusa que se ha creído sus propias mentiras respecto a occidente... y respecto a los propios rusos. Y dotado de semejante convicción, viril y resuelto, se ha lanzado a meter en cintura a quien en un matrimonio podría considerarse su abnegada esposa: Ucrania.

!La muy desvergonzada planeaba irse con otro! Ella, sin quien no se podría entender qué significa ser ruso, va e intenta traicionarlo, como si no supiera que él todo lo sabe y todo lo puede. ¡Si hasta tiene bombas atómicas como puños! 

Por eso, cuando en 2014 le dio una buena paliza y la desnudó ante el vecindario despojándola de Crimea y amputándole parte de su territorio, nadie movió un dedo. Sabían cómo se las gasta. Lo habían visto antes en Chechenia, Georgia, Siria o Kazajistán. Y más cerca, en el destino de una lista cada vez más larga de disidentes o simplemente personas con alguna influencia que habían perdido el favor del Kremlin, abocadas al suicidio, accidente o alguna repentina dolencia mortal. Afectuoso y amante de perros y tigres a los que suele montar cuando la doma de 85 sujetos federales se lo permite, Putin es temible cuando se enfada.

En Rusia, nada nuevo. Creación de un sentido de pertenencia a un pueblo escogido, basado en el ejército y la fe ortodoxa como refuerzo del culto al líder. Uso de la fuerza como signo de inteligencia. Esta forma de ser viene de familia, como pueden atestiguar en Praga o Budapest. Lo que Putin ha añadido a la fórmula tradicional es el uso del dinero del gas para comprar en occidente redes sociales y voluntades políticas. Y con mucho éxito.

Pero esta última paliza a su ex mujer, Ucrania, ha escandalizado al vecindario. Es cierto que el mundo necesita malos, personalidades en las que concentrar frustraciones, aunar voluntades, agrupar rebaños.  

Tan cierto como que todos los malos saben cuál es su final.