domingo, noviembre 14, 2021

No hay otros mundos, pero están aquí

A Paul Éluard (nacido Eugène-Émile-Paul Grindel) se le conoce entre otras cosas como el poeta al que Dalí le birló a Gala. Pero sus méritos no acaban ahí.


Además de un montón de poemas, muchos afiliados al ideario comunista en voga en aquella época, el poeta se convirtió en amigo inseparable de Pablo Picasso durante la época del Gernika. Completaba así un recorrido por las tendencias artísticas de uno de los periodos más convulsos en la historia conocida de la humanidad, no solo influenciado por cataclismos políticos y bélicos, sino también por desarrollos científicos. Uno de ellos, la teoría cuántica de 1900, tuvo necesariamente que abrirse paso en las inquietas mentes de los jóvenes artistas dadaistas y cubistas primero, y surrealistas después. Aunque a veces parezca lo contrario, los artistas buscan vencer a la muerte mientras que los científicos solo aspiran a comprenderla. Así que Éluard pudo ver en la indeterminación y en la relatividad de las nuevas teorías una guía para su lenguaje poético, su remedio particular contra la muerte, y en algún momento alguien le oyó decir
Il y a un autre monde mais il est dans celui-ci

También puede ocurrir que solo estuviera rememorando de forma inconsciente una cita atribuida a William Butler Yeats, contemporáneo suyo, o al poliformo pensador suizo del siglo XIX Ignaz Paul Vital Troxler. El caso es que esta frase viajó por el ciberespacio hasta recabar en mi propio cerebro, y ahí debió permanecer dormida, críptica, hasta que me vi en la obligación de darle un subtítulo a mi lugar más privado, recóndito y secreto: mi blog público. 

Para tamaña misión, quise rebelarme contra la obviedad de la cita, y le di un giro de esos que tanto nos gustan en las novelas policíacas: No. No hay otro mundo en este. Solo tenemos uno, pero compuesto de muchos niveles. Las reglas son las mismas en todos ellos, pero infinitos cambios en algunos parámetros producen infinitas posibilidades.

Una conjetura tan válida como cualquier otra, como cuando a Giordano Bruno le dio por postular en pleno siglo XVI y sin aportar la más mínima prueba la existencia de exoplanetas. Mas hete aquí que resulta que acertó, y por eso todos le recordamos hoy en día. Bueno, por eso y porque por decirlo murió en la hoguera.

El caso es que mi pequeña rebeldía contra Éluard, Yeats, Vital Troxler o Hegel se plasmó en la frase que aparece debajo del nombre de mi blog.

No hay otros mundos, sino que todos están en este. Y lo demás son fenómenos aéreos.