sábado, julio 03, 2021

¡Más auditores! ¡Es la guerra!

No es limpio quien limpia, sino quien no ensucia.

Pero vamos a ver: Te acaban de nombrar director de producción de una vieja fábrica de yogur. Tu principal preocupación es evitar que un error en el proceso contamine el producto y arruine una partida entera, o peor aún, llegue al mercado, intoxique a alguien y nos arruine por completo. Es que has oído hablar lo que cuesta ganar una reputación, y lo fácil que es perderla para no recuperarla jamás. Ese tipo de temores te atormentan día y noche. 

Algo habrá que hacer para prevenir una catástrofe.

Pero, ¿qué?

Contratar una auditoría. Obvio. Hacerse con un certificado o algo así, que deje claro a todo el mundo que cualquier desastre que pase lo hará sin que la empresa pueda ser acusada de haber incumplido algún trámite.

La auditora tiene un plan. Pero, ¿en qué consiste?

Bueno, la forma usual es preguntar a los operarios si han seguido las directrices y los manuales. Pero hacerlo de una forma estructurada, sin olvidar nada y dejándoles solo un puñado de posibilidades en sus informes que faciliten sumar, cotejar, analizar la información recolectada y eviten interpretaciones demasiado floridas de la realidad. Es decir, pidiéndoles que rellenen un formulario.

Pero, ¿qué hago luego con los formularios?

La verdad es que recopilarlos y analizarlos es un trabajo tan repetitivo, pesado y carente de creatividad que sinceramente no puedes dedicar tiempo ejecutivo, tu propio tiempo, a ello. Afortunadamente, siempre puedes encargárselo a algún aspirante ansioso por recibir encargos y responsabilidades, aunque solo conlleven el derecho de perseguir a otros ejecutivos como tú. Además, siempre tendrás un precioso Powerpoint con bonitos gráficos y lleno de indicadores titulado Resumen ejecutivo o Panel de control o incluso dashboard con el que jugar a presidente.

Pero, ¿es que los formularios sirven para mejorar el control?

Sin ninguna duda. Se remontan a las primeras tabletas de arcilla de los pueblos mesopotámicos. Es cierto que sospechas que esos ejecutivos compañeros tuyos han delegado en otros aspirantes la tan importante tarea de rellenar los formularios. Esos aspirantes tienen bien claro cuál es su objetivo: No dejar nada sin responder. Es cierto también que sospechas que la información que incluyen en esos formularios es cada vez más irreal, dado que la escasez de personal y la premura de tiempo impiden muchas veces supervisar el estado de las instalaciones. Así que para rellenar el formulario en curso copian el formulario de un periodo anterior. Claro. Y las fuertes exigencias en cuanto a firmas, diseñadas para cimentar la trazabilidad de la responsabilidad individual, lo cierto es que han terminado por generar tantas que nadie apenas repara en lo que firma, e incluso sospechas que muchas son en realidad falsas. Pero habiendo superado con nota las diversas auditorías de calidad realizadas hasta el presente, es preciso no aflojar, no rebajar exigencias. Aumentar la frecuencia y la extensión de los formularios.

Y, ¿quién controla a los controladores?

Sin duda fue terrible despertar una mañana con la noticia de que la compañía auditora en la que tanta confianza había depositado (incluyendo aceptar un pequeño paquete de acciones) había sido sancionada por diversas irregularidades. Es decir, no había rellenado otros impresos, pero estos conteniendo campos denominados en Euros. Era preciso responder con celeridad. Había que reforzar el control. Obvio. Es decir, controlar más: Hay que decir a los demás lo que deben hacer y luego comprobar que lo han hecho. Se impone establecer un programa interno de auditorías cruzadas, que nos permita adelantarnos a los temidos hallazgos con los que dice la leyenda se justifican honorarios tan altos. Sabes que un auditor no encontraría un zapato dentro de una caja de zapatos, pero es preciso jugar al vestido del rey, y proclamar que es el primer deber de un ejecutivo exigir a sus subordinados el cumplimiento de las normas. Cumplimiento, sí. Esa es la palabra. De toda regla, de todo estamento y autoridad, en todo lugar. Más que nada, para no cargar con la responsabilidad. Si eso, si hay que quebrantar algo, será difícil establecer una conexión con la dirección.

Han llegado quejas de los operarios pero —motivadas sin duda por resentimientos y actitudes poco leales hacia la empresa— se ha decidido responder con un programa de coaching que les haga ver que en realidad ellos son los responsables. La empresa ofrecerá esta formación de una forma muy generosa, mediante un programa plurianual en el que los señores colaboradores puedan aprender a encauzar sus naturales aunque normalmente infundados recelos. Y si no fuera así, se les preguntará de forma regular sobre su grado de satisfacción mediante la cumplimentación de otros formularios. No es cosa de broma no responder o responderlos a la ligera. Parte de la responsabilidad de todos es reconocer el éxito de esta fórmula. Se necesita compromiso, lealtad. Y responder a las encuestas.

Organizas todo tipo de comprobaciones, y de comprobaciones de las comprobaciones, pero siempre sobre datos extraídos de formularios, firmados en tiempo y forma por temerosos responsables.

Así qué, con tanto trabajo, con tanta gente preocupándose de que no quede casilla sin marcar, ¿cómo pudo pasar? ¿Cómo pudo llegar esa partida a esa cadena de supermercados?

"Procesos demasiado complicados, tuberías demasiado retorcidas", decía una de las quejas. Lo recuerdas. "Deberían centrarse en minimizar la posibilidad de contaminación en lugar de añadir controles". Pero es que aunque estos controles no impidan la generación del problema en primera instancia, generan una nueva industria en sí mismos: La muy lucrativa industria de la compartimentación y dilución de la responsabilidad. La industria de la auditoría.

"Podrías haber enderezado y limpiado las tuberías. Podrías haber invertido en maquinaria más moderna. Podrías haber salido de tu sala de juntas para bajar a la planta. Podrías haber oído a los operarios que conocen mejor que tú su trabajo."

Ahora es demasiado tarde. Tienes ante ti un formulario, y este no se lo puedes delegar a otro. Se titula Solicitud de prestación por desempleo.