jueves, octubre 13, 2011

La máquina de los sueños

Desayuno en el jardín, frente a la piscina. Recuperándome de una tonta caída en moto. Pensando en mi vida, en las cosas que me interesan y en las personas que amo. Algunas están junto a mi, otras están lejos. Y arriba, sobre mi, el cielo, de un azul radiante, se empeña en demostrar que todo es nuevo bajo el sol, aunque yo ya no lo sea. O quizá si lo sea. Quizá todo sea nuevo cada día.

Discutimos sobre el amor y sobre los celos. Discutimos sobre cómo proceder cuando tu pareja se enamora de otro que no eres tú. Yo digo que el amor es entrega, que el verdadero amor es altruista, que sólo te interesa el bien del otro, su felicidad, aunque eso represente tu extinción. Los celos no son amor, son orgullo, son dominio, son denuncia de pacto incumplido. Ella dice que el amor es intercambio, toma y daca, apoyarse mutuamente. En algo estamos de acuerdo: Pero qué duro es amar.

Miro las noticias. Oh, esta me interesa y me inspira. Investigadores canadienses y alemanes descubren que la epidemia de la Peste Negra, que a mediados del siglo XIV redujo la población de Europa a la mitad en tan sólo cinco años, fue originada por una bacteria que apenas ha evolucionado desde entonces. Eso explicaría su baja mortalidad actual. Lo siento amiga, esta vez hemos evolucionado nosotros más rápido.

Esta noticia es sobrecogedora: Catacumbas donde millones de momias de perros se apilan en Egipto desde hace milenios. Los perros, chacales, zorros o incluso mangostas se sacrificaban y momificaban por encargo para que llevaran mensajes a los muertos por intercesión de Anubis, el dios chacal. Los animales eran criados y sacrificados muy jóvenes, a veces con pocas horas de vida, y se momificaban a toda prisa. Incluso, si el cliente se despistaba, le colaban gato por perro. Espero que no se enteren de esto nuestras asociaciones de defensa de los animales. Perjudicaría la imagen de la cultura egipcia.

Termino el café con leche y veo el mar, pero sin mirarlo directamente. Lo llevo siempre dentro de mí y sé que está ahí. Él tambien es nuevo cada día, aunque bañe nuestras costas de hace millones de años.

Ayer noche, después de cenar, escuché un nocturno de piano a la luz de la luna, otra que se renueva cada día, y me convencí de lo evocadora que es la estampa de una palmera recortada contra Selene.

Creo que voy a publicar un nuevo cuento de Microhistorias de amor. Historias que son como pistas que se adentran en el desierto y se interrumpen abruptamente, sin explicación alguna. Como la vida.

Luego, tengo relatos divertidos y de ciencia ficción listos para publicar. Soy un hombre afortunado.

La máquina de los sueños no puede parar nunca.


Foto Diego Rodríguez