Uno podría pensar que, en organizaciones complejas, es dificil encontrar abrigo.
Nada más lejos de la realidad. Son precisamente este tipo de organizaciones el entorno idóneo para medrar. Y todo eso en virtud del llamado Principio del hijo de padres divorciados, una especie de punto de equilibrio de Lagrange entre poderes equipotentes.
Si un individuo cualquiera cae entre varias líneas de mando, ya sean funcionales o jerárquicas, puede encontrarse subitamente en equilibrio, en gravedad cero, entre diversos jefes, de una forma análoga a un hijo de padres divorciados que esgrime el consentimiento de uno ante la negativa del otro, y viceversa, para conseguir virtualmente lo que se le antoje.
Es verdad. Con un poco de práctica, alguien versado en técnicas de ingeniería organizativa podría aprovechar este equilibrio inestable para hacer lo que le venga en gana. Lo importante es evitar que el equilibrio se rompa, no aproximándose demasiado a ningun jefe en particular.
Incluso un empleado avispado, que no se encuentre en una situación como ésta, podría, sin embargo, provocarla, puesto que nada es más fácil que encontrar jefes.
Como sabéis, obtener trabajo es fácil, siempre que eso no conlleve reclamar tambien las atribuciones que le sean propias.
De esta forma, disponiendo un jefe en Paris, otro en Madrid y quizá un tercero en Dubai o en Londres obtendremos un magnifico pesebre en el que holgar por muchos años, o hasta que nos cansemos.