domingo, diciembre 14, 2008

Los diarios de Costas

24 de Septiembre de 1936.

En algún paraje desconocido entre Viznar y Alfacar yacía desde hacía unos días el cadaver de Federico García Lorca, junto a otros cuerpos anónimos, quizá parte igualmente de algún ajuste de cuentas caciquil en los primeros compases de la Guerra Civil.

Y unos dias más tarde, la víspera de año nuevo, fallecía, de pena, Miguel de Unamuno, para quien, a pesar de haber apoyado los sublevados, la guerra civil había instaurado un régimen del terror por ambas partes.

Vaya panorama.

Pero, en Sant Celoni, un pueblecito de los alrededores de Barcelona, un chaval de apenas 18 años, de nombre Josep Costas, fundaba junto a un par de amigos, y con toda solemnidad, una sociedad con el rimbonbante nombre de 'Asociacio pro divulgació astronomica del Baix Montseny', e hizo confeccionar un sello con las iniciales PDA que estamparía en las hojas del diario en el que consignaría todas sus actividades a partir de aquel día.

Pese a pertenecer a familias acomodadas, no tenían ni para un triste catalejo. Sin embargo, tras apenas 12 líneas del que, sin duda, será uno de los diarios más extensos de un astrónomo aficionado, Josep le desea larga vida al verdadero inspirador del grupo, el 'prestigiós astrònom espanyol en Josep Comas Solà'.

Pero a José Comas y Solà le quedaba poco más de un año de vida. Había conocido al joven Josep haciéndose recibir en su casa de Villa Urania con hortalizas y observaciones de cuerpos celestes, y quizá le recordó su propia juventud, cuando, con apenas 15 años, estudió un meteorito caído cerca de Tarragona y se atrevió a publicar sus resultados en 'Astronomie'.

Desde entonces, Comas y Solà se había convertido en el astrónomo más eminente de España al frente de la Sociedad Astronómica de España y América, y a su muerte el 2 de diciembre de 1937, recibió el funeral más multitudinario que recordaba Barcelona. Aunque legó Villa Urania, su observatorio de la calle Saragossa al ayuntamiento de Barcelona, fueron los chicos de la PDA sus más asiduos clientes hasta que Josep pudo comprarse su propio telescopio, aún mejor que el impresionante reflector Grubb que presidía Villa Urania.

Años después, Federico Armenter, presidente de la Sociedad Astronómica de España y América añadiría algunas de las láminas de Josep Costas a una nueva edición de la obra 'Astronomía' de Comas y Solà, uniéndolos así para siempre.

Pero el destino no tenía reservado tanta gloria para Josep. En lugar de eso, tuvo que soportar las penurias de la Guerra, y luego la postguerra, sin jamás abandonar su pasión primera: la observación.

Pero si los aficionados a la astronomía le conocen no es, al menos hasta ahora, por sus diarios y observaciones, sino por su producción artesanal de espejos para telescopios reflectores.

Creo que es hora de que descubran el increible legado de sus diarios. Diarios de una agrupación astronómica que nunca tuvo éxito, pero también diarios de un tiempo y de un país. Diarios que se extienden a lo largo de más de setenta años, ininterrumpídamente.

Jordi Lopesino, que fuera presidente del Grup d'Astonomia de Mataró, los fotografió con infinito cariño para preservarlos y ponerlos a disposición de todo el mundo.

Y ahora los puedes consultar en la página web de Josep Costas. Hazlo. Ojéalos, aunque sólo sea en sus primeras páginas. Te impresionará.