jueves, febrero 21, 2008

Los Hermanos Marx eran corruptos

Ahora tenemos una organización llamada Transparencia Internacional (¿les suena de algo el estilo del nombre?) que nace con el sano propósito de ponerle cifras y estudios oficiales al mundo de la corrupción.

Con el innegable sex-appeal de rankings y estadísticas, Transparencia Internacional proporciona a organizaciones de todo el mundo un punto de referencia, eso que ahora llaman benchmarking, con el que compararse.

Si, por ejemplo, tienes la mala fortuna de vivir en Italia, sabe, amigo conductor, que, al hacer negocios con alguno de los consumidores de estadísticas de Transparency, es posible que te restreguen por la cara que vives en un pais de corrupción moderada. Sí, señor. Será por eso de la Mafia. O quizá por Berlusconi. ¿O será Benedicto XVI? El hecho es que quizá te pidan la adopción de medidas paliativas que limiten el riesgo de contaminación.

Y ahora viene lo bueno. A lo mejor, esa organización que te pide garantías adicionales es ella misma adalíd de la corrupción.

Y así es como hemos empezado a medir este hecho tan antiguo como el mundo, y cómo hemos hecho de él pasto de las consultoras.

Quizá pronto podamos disponer de alguna certificacion internacional que nos distinga como Organización Cumplidora, con sus correspondientes niveles y calidades. No sería tan raro. Si hemos conseguido certificarnos como Organización respetuosa con el medio ambiente, Organización sin barreras arquitectónicas o incluso Amiga del crecimiento sostenible y responsable, cualquier cosa es posible.

Y es una pena. Porque la corrupción no es tan mala. Según un principio postulado por mí en alguna otra parte, cuando el nivel de corrupción supera cierto umbral, y alcanza a la mayoría de la población, se puede considerar como un eficiente sistema de Seguridad Social, nacido de forma totalmente espontánea.

Pero, con esta 'profesionalización' de la lucha contra la corrupción, quieren limitarla, la corrupción de verdad, a sólo algunos potentados que pueden comprar las estadísticas con las que acusar a los más débiles de aquello que ellos mismos han venido haciendo desde el principio, incluso les invadimos y masacramos si se tercia. Y luego vamos y nos rasgamos las vestiduras porque un tipo va desnudo por la calle.

Porque ya se sabe: Si tienes razón, grita para que se sepa. Si no la tienes, grita para parecerlo.