La conducción
Digámoslo rápido. El conductor italiano es malo. Se cree muy habilidoso, pero infringe casi todas las normas de seguridad.
El resultado es un alto índice de siniestralidad, y unos pobres resultados deportivos que contrastan con la pasión nacional por La Macchina.
La parte positiva es la alta flexibilidad y tolerancia del tráfico. No nos va a ser fácil irritar al conductor italiano típico por saltarnos simplemente una contínua, pasar en contradirección o aparcar en medio del Ponte Vecchio.