Cuando se le responde que, de hecho, se han conectado a la base de datos central planetaria, llamada "Google", el extraterrestre no puede sino expresar su descontento por un nombre tan frívolo para una función tan vital. Sin inmutarse, el oficial le responde que, si lo prefiere, existe otra, llamada "Ya Hoo".
"¡Desconcertante!" - concluye el extraterrestre.
Puede que, de haber aterrizado en Pekín, la respuesta hubiera sido otra. La base de datos central planetaria para un tercio de los habitantes del planeta no se llama Google, sino Baidu. Baidu tan sólo quiere decir 'cientos de veces', pero, en el contexto de un poema chino escrito hace siglos durante la dinastia Song, quiere decir algo más.
Quizá sea por el reto de utilizar el chino como lengua vehicular, donde YO puede expresarse de treinta y ocho formas distintas, pero el hecho es que proporcionar información útil a miles de millones de personas es más un arte que una ciencia para el que los propios chinos parecen no tener rival.
Aún lejos del universo tecnológico de Google, Baidu nos recuerda que el lenguaje no es una mera forma de referirse a las cosas, sino una forma de ser.
He preguntado a Baidu sobre la palabra AMOR, en castellano, y en 0.027 segundos me ha informado de más de cuatro milones de entradas. Todas en chino, eso sí. Google tardó cinco décimas más en obtener doscientos quince millones de entradas.
Si pregunto por 愛, o Aì, amor en chino, Baidu mejora sus resultados y ofrece cien millones de entradas. Pero la gente no busca significados de la palabra amor en internet, sino el amor mismo.
Para eso, un chino utiliza QQ.
Con trescientos millones de usuarios, de los que más de cien millones pueden llegar a estar conectados simultaneamente, esta altamente rentable red social de origen chino está demostrando que el lenguaje es el mensaje.
Quizá sea ese el verdadero significado de Baidu.
Una búsqueda persistente del ideal.
