Aunque parezca lo contrario al ver esta foto de la llegada de los pilotos al podio, ninguno de los tres primeros clasificados en la carrera de Barcelona ni en la clasificación general final 2009 de la Red Bull Air Race era japonés o norteamericano.
Foto Diego Rodríguez
Una entrada en plan muy macho, a lomos de un aguerrido y polucionante Hummer, para unos hombres que parecen hacer lo imposible volando unos diminutos aviones, de menos de 8 metros de envergadura y poco más de 500 kg de peso, pero capaces de superar los 400 km/h entre obstáculos, ante la vista de cientos de miles de espectadores.
Yoshihide Muroya, el ex-campeón Kirby Chambliss y Hannes Arch, subcampeón 2009 de la Red Bull Air Race, foto Diego Rodríguez
A veces, sin embargo, lo imposible no funciona, y las alas de estos avioncitos segan limpiamente los conos inflables que les sirven de puertas. Pero no pasa nada. Un nuevo cono sustituye al extinto en cuestión de minutos.
Sven Hoffman, el 2 de octubre, foto Red Bull Air Race
Este deporte o espectáculo, como quieran llamarlo, ofrece al menos un poco de aire fresco al aburrido panorama de las carreras de coches y motos en circuitos o polvorientas carreteras.
¡Eso hasta el día en que veamos un Ferrari subir a 1.000 metros para celebrar una victoria!