Jardín vertical CaixaForum Madrid, Patrick Blanc, 2008. Foto Diego Rodríguez |
A primera vista, no era sino otra pared cubierta de hierbajos. Pero la disposición de las especies, su aspecto completamente normal cuando en realidad se encuentran colgando de un muro, terminaron por convencernos que nos encontrabamos ante una obra de arte oculta. Un verdadero jardín vertical de casi treinta metros de altura en el que el ojo puede perderse por sus suaves e idílicos contornos antes de toparse con un brutal corte lateral que nos conecta con el mundo real, que produce vertigo y sobresalto.
Su autor, Patrick Blanc, paisajista y botánico especialista en sotobosque tropical y colaborador del CRNS francés, inauguró su primer jardín vertical en La Villette de Paris en 1988, y hoy sus obras pueden admirarse en Osaka, Bruselas o Nueva York.
Pero lo que más me impresona, el elemento más perturbador, no es la vegetación en sí, sino el desafío que representa para la mente la confrontación del vacío descarnado con un entorno verde que nos resulta familiar y tranquilizador. Un poco al estilo de René Magritte.
Una evocación de la vida. Surrealista, sí. Como la vida.